Salvemos Monteferro
Nova 383





17/02/2007 | M. Fontán | VIGO


UN ESCENARIO CLAVE


"Al detenido le caían las lágrimas"


El arresto de Mosquera y su pareja se produjo en una cafetería de la calle Colón.


El recepcionista del hotel en el que su ubica la cafetería muestra el lugar de una de las detenciones. / josé lores

Una cita en una cafetería viguesa desencadenó las detenciones relacionadas con este caso de supuesta corrupción urbanística. La Fiscalía informaba ayer de que parte de los arrestos se produjeron en este establecimiento, ubicado en la céntrica calle Colón. Pero la discreción con la que se llevó esta actuación llevó a que ni empleados ni clientes se percatasen del operativo. Sólo un recepcionista del hotel en el que se ubica el bar vio uno de los arrestos, el del concejal de Cultura de Gondomar José Luis Mosquera, sin percatarse en esos momentos de la trascendencia que tendría. "Vi salir a un hombre y de repente otros dos vinieron corriendo hacia él y lo cogieron ahí, en la calle", recuerda señalando con el dedo la zona de la detención.

Todo ocurría a última hora de la tarde del pasado miércoles en una cafería ubicada frente al despacho de uno de los arrestados, el arquitecto Borja Ramilo. Este hombre, sin embargo, no fue apresado en el bar. El recepcionista, Manuel Rodríguez Otero, desconocía la identidad del hombre sorprendido por los agentes de paisano. Pero hace una descripción que coincide completamente con la de Mosquera. "Yo en eses momentos no me imaginaba que podría estar ocurriendo; sólo me fije porque los dos hombres que parecían ser los agentes vinieron a la carrera detrás del otro", describe.

Y es que en estas detenciones todo se llevó con el mayor sigilo posible, el mismo que caracterizó a la investigación iniciada en noviembre. No hubo ni uniformes ni coches con distintivos oficiales. Los agentes que acudieron allí fueron de paisano y en vehículos "camuflados".

Vigilantes

La cafetería fue escenario del supuesto pago del soborno, en el que intervendría el promotor que actuó de gancho. Ningún cliente que esa tarde acudió al bar se fijó en ningún intercambio sospechoso. Lo que sí llamó la atención del recepcionista fue la presencia de dos hombres que tomaron sendas consumiciones en la barra y que después permanecieron en la calle con actitud vigilante.

Los mismos que pocos minutos después detendrían a Mosquera, que acudió a la cita con su pareja, también detenida. Algo que no vio este empleado. "No me acuerdo de ninguna chica", dijo. "Cuando los agentes cogieron al hombre, se intercambiaron unas palabras y no hubo fuerza ninguna; se lo llevaron uno del brazo y otro detrás de él", afirma. Y concluye: "Al detenido se le caían las lágrimas".




Atrás
Nova Anterior Índice dos Recortes Nova Seguinte