Este espacio natural, amenazado por el proyecto de urbanización y puerto deportivo del Salgueirón, en Cangas, en el entorno de la antigua fábrica de Massó, se asienta sobre suelo catalogado desde 1990 como de Protección de Espacios Naturales por la Consellería de Ordenación Territorial. (Espacio Natural Barra–Cabo Home)
Hay catalogadas aquí en la actualidad unas 400 especies de plantas, 70 de insectos coleópteros y mariposas, 1 pescado (anguila de la laguna), 6 anfibios, 14 réptiles, 140 aves (de las que por lo menos 23 crían en la zona) y 20 mamíferos.
Algunas razones
para conservar Punta Balea
Este espacio natural, situado al lado del núcleo urbano de Cangas, destaca por concentrar multitud de hábitats en muy poca extensión de terreno. La práctica totalidad de sus aproximadamente 15 ha., se encuentran en Dominio Público Terrestre y zona de servidumbre de protección, dando lugar a una gran riqueza natural y una alta diversidad biológica.
Se trata de una zona de gran belleza paisajística. Cuenta con diversas playas (La Congorza, Do medio y Areamilla) y una buena representación de costa rocosa, que en bajamar descubre una amplia superficie intermareal. En tierra se encuentran: la Laguna de la Congorza, de 2.6 ha. (catalogada con el nº 1140208 en el inventario de humedales de Galicia), zona palustre, bosquete de sauces y laureles, tojal, costa rocosa, dunas, campos de cultivo y baldíos. La playa de Areamilla aun conserva un espacio de dunas que añade atractivo a este tramo de costa.
El intermareal constituye uno de los hábitats mas heterogéneos de cuantos podamos encontrar en el espacio natural. En las rocas aparecen numerosos invertebrados que resisten bien la desecación como el cangrejo, llama, caramujos, mejillón, gusanos o el cangrejo de roca o cangrejo corredor y algas como las botellas, la correa de mar y la capucha. En los charcos de marea podemos observar grupos muy dispares, resistentes a las variaciones de temperatura, concentración de oxigeno, y salinidad, como anémonas, camarones, o algún pescado. Muchas especies escapan de los predadores y de la desecación, escondiéndose bajo las piedras, como esponjas, gusanos, quitones (moluscos poliplacóforos), gasterópodos, pepinos de mar, ofiuros, diversos cangrejos, erizos, estrellas, peces lirio...
La bajamar, ofrece unos recursos tróficos, que son accesibles para aves como las garzas, gabitas, vuelvepiedras y biluricos (hasta 19 especies de limícolas y 9 de gaviotas). En el mar, encontramos aves como los cuervos marinos, los araos y los charranes.
En el escalón más alto de la cadena trófica, se encuentra el delfín (catalogado “de interés comunitario” en la directiva Hábitats), presente practicamente a lo largo de todo el año.
Los fuertes temporales y las ondas del mar, depositan, en las líneas de marea, conchas de bivalvos, cangrejos peludos y erizos irregulares, así como gasterópodos, huevos de rayas, gallos y pintarrojas o pez lirio, e incluso especies oceánicas. Las algas, junto con los animales muertos depositados en la playa, constituyen un recurso fundamental para el resto de la cadena trófica, proporcionando, por ejemplo, sustento a la pulga de arena y a larvas de insectos que a su vez sirven de alimento a gran cantidad de especies de aves, como diversos paseriformes, gaviotas y limícolas, que aprovechan este alimento en las paradas de descanso durante sus migraciones.
Los arenales y dunas constituyen un hábitat muy adverso para el crecimiento de las plantas, por lo que estas adoptan sofisticadas estrategias para habitarlos con éxito, como hojas carnosas, largas raíces, color cenicienta para reflejar la intensa luz. Hoy en día, las plantas características de la primera línea de playa tienen grandes problemas de conservación debido a la utilización masiva e indiscriminada de los areales en la época estival, lo que ya provocó la extinción de diversas especies de este espacio en los últimos años.
Los ecosistemas en dunas son biótopos frágiles, con un elevado valor natural, y las reservas de arena que garantizan la existencia de las playas.
Si las dunas se destruyen, la playa sufre la progresiva degradación que se viene observando en los últimos años en la Areamilla. Numerosas plantas corren el riesgo de desaparecer, como la amapola de las playas (en la foto), el feo,el alelí de las playas, o el cardo dorado, entre las que se encuentran algunas endémicas como los "paxariños amarelos" o el carrapique. La vegetación podría preservarse limpiando las playas a mano, sin usar máquinas, y dejando una franja de unos metros en la parte más alta. Se debe evitar el excesivo pisoteo y la práctica de deportes en las dunas.
En los acantílados marinos y zonas con poco suelo, encontramos perejil de mar, ajo bravo, dos orquídeas, y especies de gran interés en el contexto gallego como la hierba de enamorar, a Contaurea sphaerocaphala, subsp. polyacantha, Lathyrus aphaca y dos “helechos”: la Ophioglossum vulgatum y el Isoetes hystrix.
A mediados del siglo pasado, la práctica totalidad de los terrenos que bordeaban la laguna estaban cultivados. El abandono de las fincas está provocando el relevo de la vegetación arvense por otra más generalista, apareciendo de forma natural las zarzas, el paso previo al establecimiento del bosque. Aparecen el hinojo, cenizo o pié de ganso, cerraja, hierba cana o suzón y barbas de capuchino (de la familia de los claveles).
La laguna
El hábitat más característico de Punta Balea, la laguna, era originariamente un humedal en verano, que permanecía totalmente inundada en invierno hasta que el hombre la transformó. Estamos hablando de una zona singular en el Morrazo, ya que apenas existen hábitats semejantes en la comarca. La vegetación palustre que rodea la laguna (principalmente espadañas) refugio de fauna acuática, se encuentran en peligro por causas como la instalación de un tubo de desague para la laguna, en un nivel muy bajo. Aquí viven hasta 7 especies de patos, de los que el ánade cría y reside todo el año. También cría la gallineta de agua y en invierno aparece la focha común. En los árboles que bordean la laguna reposan y duermen la garza blanca, a garza cenicienta y el martín pescador.
La superficie de la laguna está cubierta de un manto de verde, por la incontrolada proliferación de la lenteja de agua, consecuencia de la eurofización de las aguas (debido principalmente a los aportes de pan para alimentar a los patos), hasta convertirla en una plaga. La densa capa vegetal impide la penetración de la luz, rompiendo el equilibrio del ecosistema acuático y provocando su muerte. En los últimos años, se ha detectado la desaparición de insectos acuáticos y la mortalidad de anguilas.
En el extremo de la laguna aparece un pequeño bosque de saucess y laureles, por los que ascienden en busca de luz las uvas de zorra, la hiedra y la madreselva. Las aves de este hábitat disponen de fuertes cantos que se escuchan a distancia, a fin de suplir la escasa visibilidad, algunas ni tan siquiera cuentan con colores vistosos, ya que no son efectivas al quedar ocultas por las hojas.
En Punta Balea vuelan siete especies de murciélados y aparecen otros mamíferos como la pequeña comadreja o mustela, el erizo cacho, el topo, el furaño y, ocasionalmente la jineta y el zorro.