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La Voz de Galicia

GALICIA


Miles de personas piden en Santiago el fin de la degradación del territorio

18/02/2008 | EFE


Más de ochenta colectivos integrados en la plataforma «Galicia no se vende» denunciaron que que Galicia se está transformando en un «desierto de monocultivos forestales, hormigón y polución»


Miles de personas pertenecientes a más de ochenta colectivos integrados en la plataforma «Galicia no se vende» se han manifestado hoy por las calles de Santiago de Compostela para reivindicar el fin de la degradación del territorio a causa del «urbanismo salvaje».

Así lo ha comentado Enrique Banet, uno de los portavoces de la plataforma, quien criticó que el actual Gobierno de la Xunta, que eligieron los ciudadanos «para un cambio», desarrolla una política continuista y permite que empresas «depredadoras» se instalen en la comunidad a cambio de nada.

Las más de siete mil personas, según fuentes de la organización, -y algo menos de cinco mil, según la Policía local- recorrieron las calles de la capital gallega cada una con una reivindicación, desde la oposición al plan acuícola de la Xunta, entre los más numerosos, junto con los que reclaman la salida de la planta de gas de la ría de Ferrol, hasta los que critican la caza del zorro y afectados por diversos proyectos del Ejecutivo gallego.

Muchos de los manifestantes acudieron disfrazados, ya que los organizadores querían darle al acto un ambiente festivo. Así, durante el recorrido, tres personas con caretas de los principales dirigentes políticos gallegos, Emilio Pérez Touriño, Alberto Núñez Feijóo y Anxo Quintana, parodiaban las «transacciones» con otras personas que iban disfrazadas de responsables de diferentes empresas. No faltó una charanga que marcaba el ritmo de los coros, los cánticos y las protestas, entre ellas, las más escuchadas eran la dimisión de la conselleira de Pesca, Carmen Gallego, así como el lema de la manifestación «Galicia no se vende».

Antes de iniciar la marcha, los numerosos colectivos representados tenían montados «expositores» en los que informaban a los miembros de otros colectivos y a los curiosos sobre sus demandas. Una carpa parodiaba el expositor de una inmobiliaria, en el que un hombre disfrazado de azafata invitaba a la gente a comprar pisos en la supuesta urbanización «Galicia D or».

Al llegar a la Plaza de la Quintana, diez personas fueron las encargadas de leer el manifiesto final, en el que las principales demandas de los manifestantes se centraron criticar el proceso de «especulación y depredación sin precedentes» que está viviendo el territorio gallego.

Además, criticaron el «devastador» plan acuícola que prepara el Gobierno gallego, el «abandono» total del rural, el «desaforado» plan eólico y el hecho de que en Galicia estén emplazadas dos de las centrales térmicas más contaminantes de Europa.

Tampoco escaparon de los reproches de los manifestantes el plan de minería, «que supone un expolio», las industrias «peligrosas» instaladas en el país, el «ridículo» mapa de ferrocarriles, el modelo de transporte en el que «prima» el uso del vehículo privado y los planeamientos municipales «empeñados en construir y destruir».

De todos estos «desastres» acusaron a la «clase política» por ser «cómplice» de que la legalidad urbanística y ambiental sea «impunemente vulnerada» y por «plegarse» como nunca a la avaricia de los grandes intereses económicos.

Los manifestantes defendieron a la «ciudadanía autoorganizada» para preservar la tierra de estos «desastres», para exigir el cumplimiento de las leyes y para denunciar que Galicia se está transformando en un «desierto de monocultivos forestales, hormigón y polución».




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