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La Voz de Galicia

OPINIÓN


Ni con el sobre a cuestas

04/03/2007 | LUÍS VENTOSO


En agosto de 1974 el presidente Nixon se fue a la calle por tratar de ocultar el escándalo Watergate, un vidrioso caso de espionaje a la oficina electoral de su rival, el Partido Demócrata. Nixon, conocido por el elocuente alias de Dick el Tramposo, perdió su sillón por una norma no escrita de higiene democrática, ley de oro en su país: si te salpica la corrupción o si mientes, te tienes que ir.

¿Pero qué habría pasado si Nixon hubiese sido un gallego del 2007? Pues que seguiría tan pancho en su puesto, tras excusarse así en una rueda de prensa: «Todo el mundo fue testigo de mis dudas iniciales tras los tristes acontecimientos, pero mi obligación es asumir mis compromisos. Durante los últimos días he recibido muchos apoyos, que han sido determinantes para recuperar de nuevo la ilusión por mi proyecto político».

Cuando los periodistas le replicasen que su gente fue pillada in fraganti, el gallego Nixon se escaquería: «Yo no tengo nada que ocultar. Marcharme podría interpretarse como si tuviese algo que ver con este suceso tan triste y doloroso».

Las frases entrecomilladas son reales. Las pronunció anteayer José Carlos Silva Mariño, alcalde de Gondomar por el PP, quien ha decidido que no hay ningún problema para presentarse a las elecciones después de que se haya descubierto que concejales suyos habían pedido un millón de euros a una constructora por recalificar tres fincas.

Jiménez Villarejo, que fue el primer fiscal anticorrupción español, comentaba días atrás, de visita en Galicia, que rara vez se destapa un caso de extorsión urbanística con pruebas tan contundentes como las de Gondomar. La Guardia Civil grabó la entrega de 60.000 euros al concejal de Cultura en una cafetería de Vigo. El dinero estaba en billetes, en un sobre que portaba su novia, y quien se lo entregó era un cebo conchabado con la policía. No caben dudas. Incluso el culpable reconoció su delito en público. Pero el alcalde entiende que el chanchullo no va con él y que el hecho de que sus concejales se dediquen a chantajear a constructores a cambio de favores en las concesiones municipales no lastra su candidatura. Tampoco ven impedimento los jefes de su partido, que le dejan repetir.

Otro caso de encogimiento de hombros municipal ha ocurrido en Ribeira. En plenos carnavales, un vecino que estaba de fiesta a las cuatro de la mañana se apoya en una farola y muere electrocutado. La corriente del poste era de 400 voltios, casi el doble de la potencia de las viviendas. El abogado de la familia asegura que en Nochevieja había ocurrido otro percance con la farola, que llevaba dos meses dando descargas. ¿Qué dice el Ayuntamiento? Balones fuera: el problema es de la empresa que tenía subcontratado el servicio, pero sería un dislate pedir la dimisión del alcalde de Ribeira porque en su concello un vecino puede morir sólo por apoyarse en una farola municipal.

Votar es imprescindible para tener una democracia. Pero si no hay a mayores un poco de lejía ética, la democracia se nos queda algo bananera.




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