El sistema de desinfección instalado hace dos años y medio en la depuradora de Cangas nunca llegó a ponerse en marcha. La obra era una más del plan de la Xunta para sanear la ría de Vigo tras las advertencias de la UE. Costó 1,1 millones de euros, incluyendo mejoras en el sistema de deshidratación de fangos y otras actuaciones en los colectores y en la propia estación.
La adjudicataria, Acciona Agua, reclamaba un aumento del contrato en 64.000 euros. El Concello no aceptó la propuesta. Intentó, sin éxito, que el incremento lo asumiese la Xunta. El caso es que la instalación no se puso en marcha, salvo en pruebas.
Se trata de un sistema de 56 lámparas que emiten rayos ultravioleta para desinfectar el agua que sale de la depuradora antes de enviarla al mar. Antes de sufrir la radiación, el líquido pasa por unos microtamices para eliminar impurezas. En la actualidad, el agua depurada se envía al mar sin el tratamiento de desinfección.
La situación provocó advertencias de Augas de Galicia, que instó al Concello a poner en marcha el sistema terciario, y las críticas de la oposición, que acusa a la alcaldesa de «pasotismo». La regidora local negoció la rescisión amistosa del contrato con Acciona sin conseguir concretar un acuerdo. Una de las premisas era incrementar la tasa de saneamiento, pero no logró la mayoría suficiente para ello. La pretensión era que se hiciese cargo de la depuradora Aqualia, la adjudicataria del agua y el saneamiento.
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