La consellería de Medio Ambiente, a través de Augas de Galicia, impuso 23 sanciones por contaminación en la ría de Vigo desde el 2000, año del naufragio del Prestige. Son tres sanciones de media al año y se refieren exclusivamente a los daños medioambientales que bañan el Concello de Vigo. En los últimos ocho años, la Xunta recaudó 117.171 euros, lo que hace una media de 5.600 euros por expediente.
La Xunta acaba de abrir otro caso por la fuga de, al menos, 100 litros de fuel de una tubería rota de un depósito con 3.000 litros de Aucosa, una procesadora de pienso animal elaborado con restos de pescado. La mancha de hidrocarburo obligó a cerrar tres playas en Vigo y otra en Redondela, así como el polígono Vigo A con 42 bateas. El Concello recogió 77 toneladas de residuos de algas y arena susceptibles de haber sido contaminadas con chapapote y aceites.
El sector industrial es el que más contamina la ría, en la costa del municipio de Vigo, el de mayor industrización de Galicia. De los 23 expedientes abiertos desde el 2002, hubo 14 industrias implicadas en la contaminación, lo que supone el 70% de los infractores. Además, fueron castigados cinco particulares por vertidos domésticos, otros tres por escapes de aguas fecales y uno por doméstico-industrial.
La multa más alta de vertidos directos a la ría fue impuesta el 15 de diciembre del 2009 por una contaminación doméstica de aguas residuales. La Xunta impuso 13.500 euros a un particular que hizo desembocar en el mar diversos residuos sólidos sin depuración. El 9 de septiembre del 2005, una industria vertió residuos urbanos depurados directamente a la ría y fue multada con 12.000 euros.
De los 54 expedientes cerrados en el municipio de Vigo, casi el 50% fueron por vertidos en la ría. Le siguen en importancia los vertidos al cauce de los ríos, polución que termina por desembocar en el mar.
La consellería vigila 76 puntos de vertido en la ría en el municipio vigués. Seis de ellos son emisiones constatadas de contaminantes. Entre ellos figuran la tubería en la playa del Areal da Punta, el canalón en el muro del puerto deportivo Punta Lagoa, el alcantarillado del puerto de Bouzas o el emisario submarino de la depuradora.
La asociación de naseiros Alvedosa, de la cofradía de pescadores de Arcade, denunció un nuevo vertido a la ensenada de San Simón de la ría de Vigo, esta vez a través del río Ulló, en Pontesampaio. Los afectados detectaron un vertido contaminante río abajo y que tiñó las aguas de blanco o chocolate, según la ocasión. También han visto restos de grasas o combustibles. Estos señalan que el río Ulló ha sido escenario de vertidos anteriores. Algunos los atribuyen a una cantera situada en la parte baja de Pontesampaio o en Xustáns. Añaden que este tipo de empresas aprovechan para vaciar sus balsas de decantación y que estos restos proceden tanto del polvo de las perforaciones de piedra como de restos de combustibles o grasas de maquinaria. Incluso creen que hay residuos de pólvora.
Marisqueo
Indican que estos vertidos son dañinos para la pesca y el marisqueo. Por ello, solicitaron que tomen medidas oportunas y que la Administración efectúe un seguimiento de estas explotaciones para que cumplan la normativa medioambiental.
Las aguas de Arcade, famosa por sus ostras y situada al fondo de la ensenada de San Simón, fue un foco en anteriores ocasiones de contaminación industrial.
La factura por daños medioambientales por el vertido de Punta Chapeliña del 1 de junio no para de abultarse. A los seis días invertidos en retirar 77 toneladas de residuos, hay que sumar los daños sufridos por los propietarios de algunos de los 150 barcos contaminados. Estos pidieron una solución «clara» para resolver los daños. Algunos afectados han ido a preguntar cuánto les costaría limpiar el casco de su barco y han vuelto con presupuestos de 4.000 euros. Un precio demasiado alto para algo de lo que ellos no tienen la culpa. Creen que los políticos deben implicarse porque, actualmente, «non nos dan unha solución».
«Queremos unha solución clara porque limpar e pintar o casco custa de 400 a 4.000 euros segundo sea o tipo de barco», afirmó el viernes Víctor Cabaleiro, un afectado de un pantalán contaminado. Este señala que el chapapote ha impregnado las embarcaciones, así como los cabos y las defensas. Pero non nos dan solución», dice el afectado.
Este relata que la operación más sencilla para pintar un barco cuesta entre 400 y 500 euros pero ya hay clientes que llegan con presupuestos de 4.000 euros.
Pero hay más problemas. Si alguien decide no limpiar el casco, sale a la mar con el alquitrán pegado y «contamina todo». Y, paradójicamente, si van a limpiarlo a otro puerto deportivo como el de A Lagoa, una vez que ya está reluciente el dueño se plantea un nuevo dilema. Si regresa para amarrarlo en el pantalán contaminado, tendrán manchas de fuel.
La irritación de los patrones de los barcos es comprensible. Tienen inmovilizados los barcos desde el 2 de junio, primero por las barreras anticontaminación que bloquearon los accesos al puerto de Chapela. Y después, por el chapapote.