Ecologistas de Luita Verde y de Anduriña guiaron ayer una ruta por la finca de O Salgueirón, alrededor de la vieja fábrica conservera, para mostrar a los asistentes la amplia variedad de flora y fauna que se concentra en la zona.

La familia Massó plantó cientos de árboles, unos de adorno y otros para uso de la empresa. Hay ejemplares representativos de los cinco continentes, según explicó Cándido Martínez, el guía que inició la ruta.

En la llamada Finca de Don Paco viven algunos de ellos formando un denso bosquete. El más alto es una araucaria de Norfolk, probablemente, una de las primeras que se plantó en O Morrazo. La acompañan cuatro ejemplares de falso cedro de California; tres palmeras canarias y, a sus pies, varios palmitos de Nueva Zelanda; un imponente magnolio; un cordiline asiático, un olivo mediterráneo y varios robles del país.

Es la finca en la que vivía el encargado de la fábrica, justo frente a una pequeña playa a la que se accede por escaleras, entre la vieja rampa de varada de Massó y el muelle de Frigoríficos del Morrazo. Es la parte del bosque que se conserva en mejores condiciones.

Más hacia el oeste está lo que todavía se conoce como la alameda, un espacio al que se sube por escaleras desde la explanada de la antigua conservera y que da acceso peatonal al vial en el que el Concello acaba de prohibir el tráfico pesado.

En la alameda destaca un pino radiata de gran envergadura en el que alguien colocó, cerca de su punta, una pancarta reivindicativa. Es un pino de repoblación procedente de Monterrey. Hay también robles americanos y del país y algunos de difícil clasificación, probablemente híbridos de ambas variedades. Hay también un ciprés de Lawson, laureles y abundante vegetación superficial debida al abandono de la zona.

Bajando por el camino hacia el antiguo hotel y la chimenea se encuentran un ficus elástica de Indochina, de la familia de los árboles del caucho; un imponente cedro del Líbano, aligustres chinos y un par de cipreses californianos.

Un poco más abajo se abre un bosque con gran variedad de ejemplares. Destaca entre ellos una secuoya, aunque bastante degradada, varios arces americanos, robles, un liquidámbar y varios castaños que, según afirma un ex trabajador de Massó, se utilizaban para suministrar madera a la carpintería.

En medio de este bosquete se conservan las antiguas vaquerizas, reconvertidas en viviendas, aunque ya en ruinas, y la caseta en la que se estañaban las parrillas para cocer el pescado, que todavía mantiene los fogones.

«Con esta ruta queremos reivindicar que é a zona verde e patrimonial que necesita Cangas e un espazo de referencia para a ría de Vigo», dijo el guía, Cándido Martínez, en el inicio del recorrido