Con los últimos coletazos del temporal que azotó durante prácticamente toda la semana a la Península y que en Galicia llevó a Protección Civil a decretar la alerta naranja en la costa, el intenso y fuerte viento que soplaba el 2 de noviembre, domingo, provocó un récord de la producción eólica, que llegó a aportar casi el 30% de la electricidad que se estaba consumiendo. Claro que tanta potencia junta, con un incremento disparado de la generación en cuestión de horas por el empeoramiento del tiempo, no sienta bien al sistema y la empresa encargada de gestionarla, Red Eléctrica de España, tuvo que tomar una decisión rápida. Y drástica. La desconexión de aerogeneradores para evitar un colapso. El corte afectó a casi el 37% de los parques que funcionaban a primera hora de la mañana en todo el país y hasta el 21% de los ubicados en la comunidad.
Desde el inicio de la madrugada de ese sábado al domingo, la eólica instalada en Galicia -3.038,72 megavatios (MW)- estaba teniendo un muy buen comportamiento, rozando los 1.000 MW de potencia, cuando la media mensual de producción está entre los 500 y los 700 MW. A partir de las dos de la mañana, la generación empieza a aumentar sin freno, alimentada por el constante viento, hasta que a las 7,20 horas alcanza los 1.717 MW. En cuestión de tres horas, la producción se elevó un 48%. Es el momento crítico.
La contribución de la eólica a la demanda eléctrica española superaba los 7.500 MW. Contando todos los parques españoles, el incremento entre las tres de la mañana y las siete superaba el 118%. Red Eléctrica ordenó el apagado de varias centrales de ciclo combinado, pero no fue suficiente para calmar la situación. Al fin y al cabo, un domingo a esa hora, con la mayoría de empresas y muchas industrias paralizadas, el gasto energético de los hogares es muy bajo y, por lo tanto, había un exceso de electricidad en la red.
Hasta las nueve, se fueron desconectando hasta 2.800 MW de potencia instalada en España, un 12% de la activa en Galicia, más de 350 MW que se perdieron durante ese tiempo para garantizar la estabilidad del sistema. La variación es, según el Instituto Galego de Enerxía, "una bajada mínima", sobre todo, si la comparamos con el fuerte descenso registrado a nivel nacional. A favor de Galicia juega la calidad de su viento, mucho más constante y estable, pese a que la eólica sea una energía, como demuestran episodios como los vividos esa jornada, difícil de gestionar porque, sencillamente, no es previsible. Los parques gallegos siguieron después con la buena evolución que tenían hasta el corte. La potencia instalada en la comunidad llegó incluso a alcanzar los 1.794,08 MW, el pico más alto del día, lo que supuso una cuarta parte de toda la generación eólica española.
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