Descolocados y confundidos. Quizás esos sean dos buenos adjetivos para definir cómo dejó a los armadores del xeito -arte que tienen en su pérmex 427 embarcaciones gallegas- la prohibición decretada por Madrid la semana pasada de cerrar totalmente la pesquería de sardina. «É a primeira vez que nos vemos nunha desta», decían en una concentración que mantuvieron ayer de urgencia en Rianxo, donde esta flota tiene una importancia capital.
No saben qué ha pasado para que no puedan salir a capturar la especie pelágica, un recurso que para algunos su único objetivo y que les aboca a amarrar. Pero tienen clara una cosa: «O xeito non é o cerco. Esta é unha arte artesanal. Nós pescamos sardiña en cantidades moi, moi pequenas comparadas co cerco, dentro da nosa ría de Arousa. Pedimos por favor que nos distingan deles e nos deixen traballar», decía un perjudicado, que fue aplaudido sonoramente.
Hacer piña
El martes, vía teléfono, los armadores del xeito de toda la ría empezaron a hacer piña. Mantuvieron una asamblea y decidieron que había que hacer visible su problema. Así que amañaron unas sábanas, las convirtieron en pancartas y ayer se plantaron ante la casa consistorial rianxeira. De ella salieron los principales espadas del gobierno rianxeiro para ponerse a su lado: «As portas deste Concello están abertas para que estes traballadores do mar se manifesten, se encerren ou fagan calquera outro acto de xustiza. Falo en nome de todo o pobo: Rianxo está con vós», les dijo el regidor, Adolfo Muíños.
Luego, los armadores centraron su discurso en dos cosas. Por un lado, indicaban que resulta chocante que durante todo el año se «falase de que non hai sardiña, de que o cerco non a logra pescar» y que, sin embargo, se agotase el cupo de la especie para este año. «É algo que non entendemos», insistían.
Por otra parte, apelaban a que el xeito es un arte transmitido de padres a hijos durante generaciones que nunca en su historia se vio obligado a parar «porque non lle fai ningún dano ao mar». Los xeiteiros, que reconocen que no tienen ni idea de movilizaciones porque nunca las necesitaron, piden que les reciba la conselleira.
Más que una protesta, lo que protagonizaron ayer los armadores del xeito en Rianxo fue un desahogo colectivo. No pedían la cabeza de nadie. Únicamente reclamaban que les dejen trabajar. Unos y otros -se reunieron unos sesenta- contaban que lo habitual es que sus embarcaciones estén autorizadas para más artes, pero que conforme está el marisqueo en la ría de Arousa, en situación crítica por la falta de berberecho, la pesca de sardina se ha convertido en su arma de supervivencia.
La mayoría de quienes así hablaban eran varones de mediana edad, algunos jóvenes. Entre ellos, uno que solo escuchaba. Aparentaba ser el mayor. De repente, alguien dijo: «Que este señor que está calado explique de que vai isto do xeito, de onde vimos nós e por que non nos poden mesturar co cerco e prohibirnos pescar sardiña como a eles».
Ese hombre, al que de repente todas las miradas apuntaron, es José Outeiral, vecino de Cabo de Cruz y armador del xeito jubilado, que acudió con su hijo José Manuel, que sigue en el oficio. «Eu o que teño que dicir é que empecei nisto con nove anos, no 1948 e o meu pai empezara no 1912 e agora segue o meu fillo. Esta arte ten máis que historia, toda a nosa familia traballou nela. Cando viñeron os cataláns a poñer as salgaduras foi o xeito o que lles deu servizo. Nin había cerco nin outra cousa», manifestó José. A su lado, su hijo añadió: «E nunca nos vimos como agora, nesta situación tan mala».
Al momento, tras escuchar a José, surgieron historias que iban del pasado glorioso al presente desgarrador; hubo quien sacó sonrisas al recordar que ante una campaña fabulosa del xeito en su día en Rianxo se fumaron los viejos billetes de mil pesetas y quien provocó que los rostros volvieran a agriarse al decir que «se Madrid non cede e nos deixan traballar, isto é insostible».
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