La acelerada destrucción de empleo está dibujando un nuevo mapa del Viejo Continente. Lo acaba de hacer público Eurostat esta misma semana dentro de su informe anual sobre regiones. Y se ha pintado tomando como referencia cómo han evolucionado las tasas de empleo en 317 territorios entre los años 2008 y 2011. Hay 43 regiones donde esta variable ha decrecido por encima del 5 %, es decir, aquellas que más empleo han destruido. Ahí, en el puesto 36, figura la comunidad gallega. España aporta a ese selecto grupo 15 regiones (Valencia es la segunda de Europa con peor dato): le siguen Grecia y Bulgaria con nueve y con seis; Portugal, Croacia e Irlanda con tres; Rumanía con dos; y Francia, Estonia, Letonia y Lituania con una.
En contraste con esta realidad, en la que España y sus comunidades como Galicia se baten en duelo con los territorios más atrasados de Europa, sobresalen los Länder alemanes, los únicos que ha visto crecer sus tasas de empleo por encima del 2,5 %, lo que afianza al país germano como locomotora de Europa. Un crecimiento de la ocupación que se ha producido en un contexto de aumento de la población inmigrante, justo lo contrario de lo que sucede en España, donde la emigración de los jóvenes está agudizando la crisis demográfica.
La troika y la libra
Pero el mapa dibujado esta semana por la oficina estadística de la UE, además de colocar a Galicia en el contexto europeo, permite colegir cómo evolucionan de distinta manera regiones de países que han sufrido también el pinchazo de una burbuja inmobiliaria y el rescate de su banca. Es lo que ocurre con gran parte de los territorios del Reino Unido y de España, con comportamientos bien diferentes. Mientras la economía española, bajo el paraguas de la eurozona, está sujeta a los dictados de la troika que imponen una brutal devaluación interna, el Reino Unido sigue con su moneda y su banco central, ajeno a la temida prima de riesgo y a los multimillonarios intereses de la deuda. Las diferencias entre uno y otro modelo, y su impacto en los salarios, la capacidad de consumo, la producción y el empleo colocan al Reino Unido bajo un naranja menos alarmante que el que presentan gran parte de las regiones de Grecia, España y Portugal, aunque alejado del tono verdoso que tiñe territorios de Holanda, Alemania o Francia. Más allá del indiscutible impacto que ha tenido en amplias zonas de España el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la depresión posterior que ha generado, el mapa de Eurostat plantea el interrogante de si el rumbo trazado por la UE para los países del sur de Europa permitirá, a medio plazo, que empiecen a mutar los colores del empleo. Ninguno de los indicadores más actualizados del mercado laboral español y gallego permiten aventurar el tímido inicio de una recuperación. Tal vez reflejen una menor intensidad en la caída o una proximidad al fondo del pozo. El verano ha servido para constatar una mejora coyuntural por la temporada turística, pero la llegada del otoño ha devuelto las nubes al horizonte. La encuesta de población activa (EPA) del tercer trimestre del año, la estadística que permite comparar territorios de Europa, se hará pública el próximo día 24.
¿Galicia mejor que España?
Más allá de la posición de considerable atraso que ocupa Galicia en el mapa europeo, tal y como muestra de forma inequívoca Eurostat, el mayor o menor nivel de deterioro del mercado laboral gallego en relación al español se ha convertido en fuente de controversia entre el Gobierno de la Xunta y la oposición. Dependiendo de qué fuente se utilice se pueden moldear los argumentos. Si se toma como referencia la EPA se concluye que, desde el año 2009, ejercicio en el que entra Feijoo en la Xunta, Galicia no se ha comportado mejor que España. Más bien parece justo lo contrario.
Entre el primer trimestre del 2009 y el segundo del 2013, el último disponible, el número de ocupados en Galicia pasó de 1.168.500 a 998.500, lo que representa un descenso relativo del 14,55 %: en ese mismo período la caída del conjunto de España fue del 12,08 %. Si en Galicia el empleo hubiera bajado a ese ritmo hoy tendríamos 28.800 ocupados más. Y otro tanto cabría decir del número de personas sin trabajo. Si el paro EPA hubiera subido al mismo ritmo de España hoy habría 45.700 desempleados menos de los que refleja el INE.