Cuatro incendios forestales arrasaron por los cuatro costados la superficie natural del monte Pindo en los últimos 25 años. En cada una de estas ocasiones, la superficie quemada superó siempre las mil hectáreas, y las localidades más próximas a este enclave, como son las carnotanas de Cornido, Caldebarcos, Panchés, A Curra, Quilmas y O Pindo, tuvieron a las puertas de las casas a esas invitadas nunca deseadas que son las llamas.
Esta sucesión de grandes incendios en este enclave conocido como el Olimpo Celta ocurrió en los años 1989, 2000, 2005 y 2013. En los tres primeros ejercicios la superficie arrasada osciló entre las 1.000 y las 1.500 hectáreas. Se trata de unas cifras dramáticas, pero que empequeñecen al compararlas con las registradas hace pocos días por el último gran frente que abrasó no solo la totalidad del emblemático enclave natural, ya que las llamas llegaron a las marismas y por el oeste superaron el cauce del río Xallas hasta adentrarse incontrolables en el vecino municipio de Dumbría.
Existen una serie de similitudes entre todos los incendios que devastaron O Pindo el último cuarto de siglo. La principal está relacionada con el punto de inicio, lo que da más peso a la evidencia de que fueron intencionados. Las circunstancias climáticas es la segunda coincidencia: tiempo muy seco, caída de la tarde y vientos del nordeste. Solo en una de las cuatro ocasiones el fuego comenzó en la parte baja del monte, y fue cerca de la localidad de Quilmas. En el resto, los autores eligieron la zona de A Cima Darca, que delimita los concellos de Mazaricos y Carnota, para ver hecho realidad su delirio.
La ladera del monte orientada hacia Carnota ha sido siempre la más dañada. En estos cuatro frentes se quemaron diversas zonas comprendidas entre las localidades costeras y Cornido, San Cibrán, e incluso la aldea de Parada. Las llamas no siempre llegaron a la cima del monte A Laxe da Moa, con 641 metros de altitud, y solo en dos ocasiones se propagaron por la ladera que vierte hacia el Xallas. Tampoco en la parte alta del monte nunca se aproximaran tanto el fuego a los lugares mazaricanos de Cabanude, Lugariño y O Fieiro.
Con el monte Pindo desertificado tras estos cuatro reveses, casi no se hizo un aprovechamiento de la madera quemada por las dificultades de acceso y traslado de los árboles. También hay que decir que a posteriori siempre se acometieron grandes actuaciones de reforestación, siendo las más intensas las producidas después de los fuegos del 2000 y del 2005. En ambos casos, y con el ánimo de diversificar las especies y evitar árboles resinosos, se plantaron variedades de frondosos, especialmente en las zonas más llanas, más fértiles y menos expuestas al viento. También en estos casos se abrieron algunas pistas, sobre todo en la zona baja del monte, enlazando San Cibrán con Quilmas.
Actuaciones especiales
Los sucesivos dirigentes autonómicos y los técnicos forestales anunciaron repetidamente actuaciones especiales en este icono turístico, protegido oficialmente con la etiqueta Red Natura y catalogado como lugar de interés comunitario (LIC). Eso sí, con ninguna de tales protecciones administrativas se logró el fin apetecido por unos pocos locos: salvar este paraje de las llamas.
Hace ya media década que un colectivo vecinal se postuló a favor de declarar el monte Pindo parque natural. Desde la Xunta se indica que con la consideración de LIC ya existe una superprotección de este enclave, y hasta la fecha no se dio luz verde a la demanda. En cualquier caso, con una u otra consideración técnica, mientras alguien siga empeñado en destruir periódicamente este lugar emblemático, de nada servirán medios, actuaciones o intentos de preservación. Llega con ver la virulencia con que las llamas llegaban hace unos días a Panchés y A Curra arrasando cuanto hallaban a su paso, y destruyendo a una velocidad vertiginosa toda la masa forestal que iban encontrando.