Las coníferas son las plantas más antiguas del planeta, un pino longevo puede vivir casi 5.000 años, y las más altas, la secuoya roja llega hasta los 100 metros de altura, pero no están exentas de peligros. Lo mismo le pasa a otros seres vivos de presencia más discreta, como el pececito de Santa Cruz, los caracoles cónicos o la marsopa sin aleta del Yangtsé (China). La última lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ha declarado amenazadas 20.934 de las 70.294 especies evaluadas por todo el mundo, 1.117 más que en 2012. La amenaza de extinción de las coníferas, que aparecieron cientos de millones de años antes que los árboles de hoja ancha, avanza en el planeta. 205 de las 604 especies de coníferas del mundo corren peligro, un 4% más que en 1998.
La venta para acuarios mina la supervivencia de la gamba de agua dulce
El listado de la UICN, elaborado desde 1963, ha reevaluado este año la situación mundial de las coníferas, algo que no se hacía desde 1998. Las más afectadas se encuentran en el oeste de Norteamérica (EE UU, California, México), el sureste Asiático (China e Indonesia), y Nueva Caledonia-Fiji, detalla Craig Hilton-Taylor, responsable de este informe en el que participan 11.000 científicos de 160 países. Las causas más comunes de su desaparición son los efectos de la agricultura, su uso para madera, la minería a cielo abierto o enfermedades.
El documento también advierte de disminuciones en otras especies como los camarones de agua dulce, los caracoles cónicos y la marsopa sin aleta del Yangtsé (China). El eslizón gigante de Cabo Verde —un lagarto que fue visto por última vez en 1912— el pececito de Santa Cruz y una especie de camarón de agua dulce se han declarado en peligro de extinción. Un 10% de estas gambas, como el langostino gigante de río, se utiliza para consumo humano, aunque también es una parte importante de la red alimentaria de este medio. La contaminación, la alteración de su hábitat y su venta para acuarios son algunas de sus principales amenazas.
“Son indicadores de la contaminación ambiental”, dice el botánico Güemes
El pino de Monterrey (Pinus radiata) uno de los más plantados del mundo, ha pasado de estar catalogado como preocupación menor —cuando existe un riesgo de extinción bajo— a considerarse en peligro. Sus amenazas más importantes, según la UICN, son las de cabras salvajes y ataques de patógenos invasivos.
“En España, el pino de Monterrey se encuentra en la cornisa cantábrica, pero no es endémica, se utiliza para la fabricación de pasta de papel y tableros”, explica Elena Domínguez, responsable del programa de bosques de la organización ecologista WWF. “No nos preocupamos tanto por su estado de conservación, sino de los efectos que generan estas plantaciones intensivas”, añade.
El Jardín Botánico de la Universidad de Valencia ha colaborado con este estudio aportando información sobre los endemismos españoles más amenazados. Jaime Güemes, uno de sus conservadores, precisa que hay al menos seis especies de coníferas en riesgo de extinción, pero también otras muchas plantas con flores amenazadas, casi 1.300, como consecuencia de la actividad humana. Los datos provienen de la última edición de la lista roja de la flora española, elaborada en 2010 (se hace cada cinco años) por la Sociedad Española de Biología de la Conservación de Plantas, y que también sigue los criterios de la UICN.
En esta lista está el pinsapo, refugiado en las sierras de Grazalema (Cádiz) y las Nieves (Málaga), el pino de Sierra Nevada, la sabina y el enebro marítimos; el araar que se encuentra en Cartagena, y el cedro de Canarias. “Se está produciendo una situación contradictoria, por un lado aumenta la superficie de ocupación de las coníferas que vuelven a ocupar tierras de labor abandonadas y al mismo tiempo hay grandes zonas en España, incluidas las Islas Canarias, en las que son los primeros indicadores de la contaminación”, relata Güemes.
La lista roja de 2013
• Ocho categorías de amenaza. La lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) establece ocho categorías de amenaza con respecto a una serie de criterios: extinta o extinta en estado silvestre; en peligro crítico, en peligro y vulnerable (estas tres se describen como amenazadas); de preocupación menor (con riesgo de extinción bajo) y con datos insuficientes (no evaluadas por falta de datos).
• 4.807 especies nuevas. En la última edición de la lista roja se han añadido 4.807 especies de forma que el total de especies evaluadas ha subido a 70.294. De ellas, 20.934 están amenazadas por la extinción, 1.117 más que en 2012. Entre las nuevas especies que se han registrado figuran plantas como el Linum Katiae —hallada en el sur de Italia, en la zona de Calabria—, que se ha catalogado como vulnerable.
• Desaparición misteriosa. El Pecari de Labios Blanco (Tayassu pecari), de la familia de los cerdos y que habita en América Central y Sudamérica, ha reducido su población en un 89% en Costa Rica y en un 84% en México y Guatemala. Su estado se considera vulnerable. La caza y la pérdida de hábitat explican su declive. En muchos casos, su desaparición misteriosa se atribuye a enfermedades.
• Caracoles cónicos. En esta edición se han evaluado por primera vez los caracoles cónicos, de entornos marinos tropicales, con un 8% de su población amenazada por la extinción. Son muy apreciados por sus toxinas letales, utilizadas en el desarrollo de nuevos fármacos para paliar el dolor en condiciones incurables. Además, tienen preciosas conchas. Algunas, las de especies más raras, se intercambian por miles de dólares.
• Marsopa sin aleta. Entre las especies analizadas está la marsopa sin aleta del Yangtsé, uno de los pocos cetáceos de agua dulce restantes en el mundo. Habita en el río Yangtsé y dos lados adyacentes, Poyang y Dongting (China). En 2006 se calculó que había 1.800 ejemplares y se ha reducido un 5% cada año desde los ochenta. Está clasificada como en peligro crítico de extinción. Sus peores amenazas son la pesca ilegal, el tráfico marítimo intenso, la extracción de arena y la contaminación.