Casi nada se sabía en Galicia de la existencia dentro del organigrama del Parlamento Europeo de la llamada Comisión de Peticiones hasta que el pasado febrero envió una "misión de investigación". El objetivo era comprobar la realidad de las denuncias formuladas, en algunos casos hace más de una década, por los "peticionarios" -colectivos o particulares- sobre la contaminación en las rías de Vigo, O Burgo y Ferrol. Pero cinco meses después, ni los miembros oficiales de la delegación -el presidente Philippe Boulland (del Partido Popular Europeo); Angelika Werthman (Partido Liberal) y Tatjana Zdanoka (Los Verdes)- ni los eurodiputados que les acompañaron han podido consensuar un informe sobre lo que vieron y escucharon en su recorrido por los estuarios.
Llamado a convertirse en un instrumento que pudiera arrancar de la Eurocámara los fondos que necesitan las rías para completar su limpieza, y evitar en el futuro nuevas infracciones por el incumplimiento de directivas comunitarias, el documento naufraga en las revueltas aguas de los intereses políticos. A continuación se apuntan algunas claves para entender el porqué del, en palabras de Boulland, "bloqueo total y absoluto" que atraviesa el informe.
Tres autores, tres ideologías. Durante el debate del miércoles, la presidenta de la Comisión, la italiana Ermonia Mazzoni, espetó a los tres miembros oficiales de la misión: "Es absurdo no llegar a un acuerdo sobre un hecho". Pero es que la dificultad en consensuar el informe reside justo en los términos que describen ese "hecho" (por ejemplo, cuando se achaca la contaminación a la "complacencia de las autoridades"). Presionado por sus compañeros de partido -Iturgaiz y Millán Mon (ambos del PP)- , Boulland trata de suavizar el texto en contra del criterio de sus colegas. Estas, lejos de aceptarlo, elaboraron un documento alternativo, sin apenas diferencias respecto al que ya tenían casi pactado con el jefe de la misión, aunque sigue sin gustar a los conservadores. "La excusa ahora", como interpreta Ana Miranda (BNG), es si incluir o no la mención a la Ría de Ferrol, cuya contaminación fue definida por Boulland en A Coruña como "la más evidente".
Escasa negociación. Ante las discrepancias de los tres responsables de la misión a Galicia, algunos eurodiputados aseguran que "en este caso hubo poca negociación". Fuentes comunitarias coinciden en esta apreciación si bien señalan que "el contenido del informe es bastante ajustado". Ahora hay una nueva cita convocada, el 8 de julio, a la que los ponentes deberían asistir con un acuerdo previo.
Las alternativas. Si en 15 días, el plazo concedido por Mazzoni, Boulland no logra consensuar con sus dos colegas un documento para debatir en la próxima reunión de la Comisión, pueden darse dos escenarios: que el jefe de la misión presente su informe en solitario para su votación; o que la presidenta prescinda del texto y cada grupo formule sus propias enmiendas. En cualquiera de los dos, el PP, gracias a su mayoría, podría imponer su criterio. "Esto sería un fracaso absoluto de la Comisión y una burla a los peticionarios", afirman las mismas fuentes.