Es solo un preacuerdo, o un acuerdo verbal. El presidente de la Autoridad Portuaria de A Coruña, Enrique Losada, no quiso precisar ayer más sobre el varias veces anunciado compromiso con Repsol para que la petrolera traslade los tráficos de crudo del muelle de San Diego, en el interior del actual puerto, en plena ciudad, a la dársena exterior de Punta Langosteira. Aunque él no lo precisó, el hecho es que trasladar las operaciones de carga y descarga de crudo (algo más de la mitad) supondrá que se mantendrá el oleoducto que atraviesa la ciudad, para seguir operando con los productos de refino, al menos en una primera etapa.
En uno de los Almorzos On/Off del Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia, Losada tampoco quiso dar ni pistas sobre cuál será la compensación a la petrolera por desplazarse, salvo que “mejora mucho las mejores previsiones” (de la Autoridad Portuaria). Tan solo avanzó que esta semana habrá una reunión para trabajar en el preacuerdo. La de ayer no es la primera vez que el tal acuerdo, que ya lleva 14 meses de retraso, es inminente. El propio puerto anunció el pasado febrero que ambas partes habían llegado al compromiso de que Repsol iniciaría los trabajos para comenzar a operar en Langosteira el tráfico de crudo, el 56% del total de las mercancías que mueve la petrolera en el puerto coruñés. Estos extremos fueron confirmados ayer por Enrique Losada.
La razón de ser del puerto exterior de Langosteira —que ha costado ya más de 700 millones de euros— era alejar el peligro del tráfico de combustibles del interior de la ría, y de su manejo al lado de la ciudad. Después de décadas de desconfiada convivencia con un oleoducto de seis kilómetros y medio que atraviesa bajo tierra la ciudad, y de dos siniestros de petroleros en 20 años, el Prestige fue la gota que colmó el vaso y el motivo para acometer la dársena exterior y hacer residencial buena parte de la interior. Curiosamente, ese mismo año, 2002, se le renovó la concesión de los terrenos portuarios a Repsol, con lo que a la compañía no le urge mudarse hasta 2027. Aunque Langosteira nació para el trasiego de graneles líquidos y sólidos, Repsol solicitó en principio una cifra que rondaba los 300 millones de euros por el traslado. Más tarde se fueron barajando —nunca en fuentes de la petrolera— las de 240 millones, 200 y hace un mes, Losada estimó la cantidad en 110 millones. En realidad, no se habla de dinero en metálico, sino de la estimación de exenciones, tasas y otras ventajas.
Repsol siempre vinculó el traslado a la ampliación del terreno que tiene en concesión, ahora nueve hectáreas en las que posee 20 tanques y cuatro atraques. Por ello se supone que la intención de la petrolera es agotar el alquiler. Con todo, las instalaciones precisan para funcionar un permiso medioambiental de la Xunta que se renueva cada cinco años, y el que está en vigor caduca en julio. Fuentes portuarias invocan como prueba de que el destino de Repsol es el traslado total el que sus terrenos están ya calificados como residenciales. Para operar con el crudo en Langosteira se necesitará construir un poliducto entre el puerto y la refinería, en este caso de cuatro kilómetros, por una zona apenas poblada.
México tarda, China se retira
El puerto exterior, que podría ser empapelado con toda las referencias informativas que generó, también tardará unos meses en ser inaugurado oficialmente, aunque se considere acabado desde diciembre y haya tenido algunas operaciones. Pero la nueva dársena no solo está a la espera de la mudanza de las instalaciones petroleras. La mexicana Pemex, que pretende instalar allí su base logística en Europa, ya solicitó la concesión y ya presentó el aval necesario. Está pendiente de tramitar el estudio medioambiental y después tendrá que abordar el proyecto de ejecución de la terminal. Con todo, no empezará a operar hasta dentro de tres y medio o cuatro años. “Estamos dando todas las facilidades, pero los trámites son lentos, y en México cambió el Gobierno, y con ello toda la cúpula dirigente de la petrolera, la de mayor facturación de Latinoamérica”, señaló el presidente de la Autoridad Portuaria.
Otro caso es el de Beijing 3E, una empresa china cuyo desembarco fue anunciado hace un año a bombo y platillo oficial con la presencia de todas las autoridades, viaje posterior a China incluido. Beijing 3E iba a instalar una planta de valorización de residuos Marpol, utilizando los aceites para producir energía. Tenía previsto invertir 270 millones en un complejo que precisaría 120.000 metros cuadrados. Recibió, como era de prever, todos los estímulos y pasó todos los filtros.
Sin embargo, su llegada se ha paralizado, o como matizó el propio Enrique Losada, “no ha seguido adelante en el análisis de su implantación”. La causa, según le trasladó al responsable del puerto coruñés el presidente de 3E Multinational Group, Marco Wang, “es la mala situación específica de España en el panorama internacional” o, más bien, la mala percepción internacional que se tiene de la situación en España, que a efectos de invertir viene a ser lo mismo.