No es del calibre del episodio que en el 2010 colocó a los bateeiros ante la marea roja más virulenta de la historia, pero es, desde luego, importante. Y, a tenor de su comportamiento, de lo más farisea que se ha presentado en mucho tiempo.
La toxina lleva en aguas gallegas desde antes del día 13 del mes pasado, cuando se cobró sus primeras víctimas: todos los polígonos de Portonovo y alguno de Bueu cerrados por lipofílicas. Desde entonces, espaciaba sus muescas, un polígono el día 15, dos en Muros el 20; otros dos el 28... Hasta ayer, que irrumpió con fuerza y barrió todas las Rías Baixas, hizo notar su presencia en las Altas y obligó a decretar la clausura de 26 polígonos de bateas; en el caso de 8 se hizo de forma efectiva y en el de 18 de manera cautelar, aunque, finalmente, 11 de estos últimos se confirmaron -y se hicieron efectivos-, mientras que los 7 restantes están pendientes de que hoy se conozcan los resultados de los análisis.
En definitiva, que el 80 % (44 de 54) de los polígonos de bateas que hay en Galicia están vedados a la extracción de mejillón. Solo se libran del cierre los viveros de Sada, en la ría de Ares-Betanzos, los de Vilagarcía y seis de los siete que hay en A Pobra.
Desde el Intecmar (Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño), señalan que el episodio de toxina lipofílica (antigua DSP, diarreica) aún está en fase ascendente y no hay muestras todavía de que se haya estabilizado.
Normalidad
Las lipofílicas son «el pan nuestro de cada día», explicaba Covadonga Salgado, directora del Intecmar. De ahí que no sea extraña la reacción del sector mejillonero ante lo que es un fenómeno natural al que la voracidad del mejillón a la hora de filtrar agua lo convierte en víctima primera y más propicia. «Polo momento non estamos moi afectados, porque non se está prolongando no tempo», dice Ramón Iglesias, presidente de la agrupación de productores Aspromeri. Pero si dura, «en 15 días poderíase desabastecer o mercado».
Más que los futuribles, el sector señala que la marea roja obligará a cerrar antes la campaña de Italia -la extracción de mejillón en fresco para suministrar a los clientes italianos-, porque el bivalvo que cuelga de las bateas que todavía permanecen abiertas en la ría de Arousa no reúne el tamaño suficiente para este mercado, según explicó Ignacio Lorenzo, presidente de Opmega. Y ese es otro problema que preocupa más que, por ahora, la toxina, pues «o mexillón non está moi grande este ano, fáltalle carne», afirma Ramón Iglesias.