Los efectos negativos de la contaminación sobre la salud de las personas están demostrados científicamente y son aún peores de lo que se creía hace ocho años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de hacer público un informe en el que recomienda endurecer la legislación anticontaminación. La Comisión Europea, que fue la que encargó el estudio y lo cofinanció, ha anunciado que revisará los límites permitidos, para rebajarlos. España, igual que otros Estados miembros, incumple la normativa europea actual, por ejemplo, en Madrid y Barcelona.
La OMS ha analizado los estudios científicos publicados en los últimos años en revistas especializadas, explica el investigador del CSIC Xavier Querol, uno de los ocho científicos asesores encargados del informe, en el que han participado decenas de expertos de todo el mundo. El documento, aún preliminar a la espera de que dentro de unos meses se publique el definitivo, evalúa las publicaciones sobre efectos en la salud humana de los contaminantes atmosféricos desde 2005. Ese año la OMS publicó su guía sobre calidad del aire, y no había vuelto a actualizarla.
Estudios recientes asocian la exposición a distintos contaminantes con problemas de salud como la ateroesclerosis, enfermedades respiratorias, diabetes, dificultades en la función cognitiva, partos prematuros... El informe de la OMS recoge todos esos estudios y con ellos responde a 22 preguntas en cuatro bloques. Uno de ellos está dedicado en exclusiva a los efectos en la salud que tiene la proximidad al tráfico rodado. “Hay estudios americanos que muestran que los niños que viven cerca de vías con mucho tráfico empeoran del asma que padecen, y que algunos que no eran asmáticos pasan a serlo”, explica Querol.
“El contaminante con mayor efecto en la salud sigue siendo las partículas en suspensión, en especial las finas y ultrafinas. No obstante, el ozono y los óxidos de nitrógeno también tienen un efecto muy evidente sobre la mortalidad y morbilidad de la población”, añade. Una de las recomendaciones que hace el informe consiste en reducir los valores límite de partículas en suspensión PM2,5, también llamadas partículas finas (miden menos de 2,5 micras). Son sustancias generadas por la combustión de carburantes fósiles, en especial de los vehículos diésel —emiten hasta seis veces más partículas que los de gasolina— y están compuestas por elementos tóxicos como metales pesados. Son especialmente peligrosas por su capacidad de penetración en las vías respiratorias. Los estudios científicos han encontrado un nexo causal entre las PM2,5 y la mortalidad cardiovascular y respiratoria.
La legislación europea permite una media anual de 25 microgramos por metro cúbico, mientras que la OMS ya en 2005 estableció que el umbral de protección a la salud debía ser inferior a 10. En Estados Unidos el valor límite es de 15. En algunas ciudades españolas ni siquiera se miden las PM2,5, por lo que no hay datos sobre el grado de contaminación. Ya en 2010, investigadores españoles relacionaron la contaminación de las partículas del diésel con el aumento de mortalidad por infartos, cardiopatías isquémicas e ictus en Madrid. Otro estudio español, del Instituto de Salud Carlos III, demostró relación estadística entre las altas concentraciones de PM2,5 y los ingresos hospitalarios en la capital.
La Comisión Europea cree que también es necesario revisar los límites de la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2), un gas tóxico que irrita las vías respiratorias y que procede básicamente del tráfico. “Estudios recientes han asociado la exposición a corto y largo plazo al NO2 con la mortalidad, ingresos hospitalarios y síntomas respiratorios en concentraciones iguales o inferiores a las que permiten los límites europeos actuales”, asegura la Comisión Europea en un comunicado que hizo público el jueves para anunciar que piensa endurecer la legislación. “La política de calidad del aire de la Unión Europea debe estar basada en las últimas evidencias científicas”, señaló el comisario de Medio Ambiente, Janez Potocnik. “Por eso pedí a la OMS que hiciera este estudio. Las relaciones que ha encontrado entre la contaminación del aire y la salud humana refuerzan la necesidad de ampliar nuestras políticas: esta será una de las claves en la revisión de la política de calidad del aire de 2013”, añadió.
Más del 80% de la población europea está expuesta a niveles de partículas en suspensión que superan las recomendaciones de la OMS, recuerda Bruselas. Esto supone a cada ciudadano, de media, una merma de 8,6 meses de vida. En julio pasado la Comisión rechazó la prórroga solicitada por España para que Barcelona, la zona del Vallès-Baix Llobregat y Palma de Mallorca pudieran sortear durante cinco años más la obligación de cumplir los límites máximos de contaminación por dióxido de nitrógeno. La legislación permite una media anual máxima de 40 microgramos por metro cúbico de este gas, un límite de obligado cumplimiento desde 2010. Barcelona rondó los 50 microgramos en algunas estaciones ese año. Madrid, por su parte, espera que la Comisión se pronuncie sobre la moratoria que pidió la alcaldesa, Ana Botella. Otras dos zonas de la región de Madrid, el Henares y el Sur, sí han conseguido la prórroga.
La Comisión Europea aseguró ayer a este diario que “en los próximos meses” podría abrir expedientes sancionadores —llamados en jerga comunitaria procedimientos de infracción— contra España y otros países europeos. Se sumaría a la que inició en 2010 por no cumplir con los límites establecidos para las partículas de suspensión —PM10—, de obligado cumplimiento a partir del año 2005. España es uno de los 17 países que no han conseguido reducir la polución por estas partículas en suspensión.
Tres contaminantes
“El tráfico rodado urbano es la mayor causa del incremento de los niveles de contaminantes de partículas en suspensión y dióxido de nitrógeno y, por tanto, del efecto de la calidad del aire sobre la salud humana”, asegura Xavier Querol, investigador del CSIC y miembro del comité científico del informe de la OMS sobre contaminación y salud. Sin embargo, apunta también al ozono troposférico, que “presenta unos claros efectos sobre la morbilidad y mortalidad de la población”.
El ozono troposférico —conocido como ozono malo, frente al bueno, el estratosférico, que filtra la radiación ultravioleta— es un contaminante secundario propio de los meses de verano. Se forma cuando los óxidos de nitrógeno (procedentes de la combustión de los vehículos) y los compuestos orgánicos volátiles (como el benceno) reaccionan con la radiación solar. “El 75% del territorio europeo no cumple con la norma de ozono”, señala Querol. “Además, se ha demostrado que no tiene umbral de protección y que a bajos niveles también afecta a la salud humana de forma muy evidente”, añade. Un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) con datos de 2010 constató que España fue el país de la UE que más veces rebasó los niveles saludables de este gas irritante.
El informe de la OMS sugiere endurecer la legislación sobre las partículas en suspensión. “Se apunta a las partículas de hollín o carbono negro de los motores diésel, ya declaradas cancerígenas en 2012, como uno de los principales causantes del impacto sobre la salud humana”, señala Querol.