Se trataba de enlazar Vigo con Baiona con un ferrocarril de vía estrecha y cruzando los fértiles y encantadores valles del Miñor y Fragoso, y se consideraba que iba a ser un auténtico revulsivo para toda la zona.Y por eso la memoria del proyecto mereció espacio destacado durante los días 18 y 19 de enero de 1888. Hasta entonces el transporte se realizaba por medio de carruajes de distintos tipos según se tratara de transportar personas, efectos coloniales u otro tipo de mercancías. El proyecto incluía paradas en todos los núcleos de más o menos importancia del itinerario.
Amplio despliegue el 18 y 19 de enero de 1888 para dar a conocer la memoria del proyecto de tranvía eléctrico entre Vigo y Baiona, muy necesario "pues con decir que excepto el Bósforo en Constantinopla, Vigo es el mejor fondeadero del litoral del mundo, cerca de la costa, sin que puedan competir con su magnífica y espaciosa bahía Río de Janeiro en América ni Nápoles en Europa, decimos cuanto se pudiera demostrar en apoyo del gran puerto que va a ser cabeza del proyecto de ferrocarril de vía estrecha".
Se trataba de enlazar Vigo con la villa de Baiona, cruzando los fértiles y encantadores valles de Miñor y Fragoso, por medio de un camino de hierro que, acortando distancias, aumente sensiblemente el movimiento, "que hoy tiene ya su significación e importancia".
El trayecto entre Vigo y Baiona se realizaba por medio de carruajes ordinarios, tirados por caballos para el transporte de viajeros, por carros de mulas para transportar los efectos coloniales y por carretas de bueyes para trasladar vinos, teja y otros productos.
Todo ese transporte se hacía lentamente y resultaba muy costoso, de suerte que una vez establecido el ferrocarril, no sólo se acelerarían aquellos, "sino que se abaratarían los precios o tarifas en más de un cuarenta por ciento de coste actual". Además, el movimiento de viajeros entre Ramallosa y Vigo aumentaría considerablemente una vez facilitado el transporte, pues, la mayor parte de los vecinos de Paradela y las parroquias limítrofes venían a Vigo por la carretera de Vincios, evitando el rodeo por aquel punto. Por otra parte, no solo la colonia veraniega extendida ya desde Vigo a Baiona por Bouzas, Toralla, Panjón y Ramallosa, daría vida y animación, y por consiguiente rendimientos a la vía férrea, sino que todos los pueblos citados, contribuirían al mismo objeto con el contingente de su población y sus productos naturales y sus industrias.
La fábrica de cordelería establecida en Toralla se servía de una lancha a vapor que diariamente hacía sus viajes desde Vigo, para las necesidades de la fabricación y transporte de sus productos; "y una vez establecido el camino de hierro que proponemos, cesará aquel servicio, hoy muy costoso, que vendrá a alimentar naturalmente los rendimientos de la nueva vía de comunicación, lo mismo que las fábricas de salazón establecidas en Toralla y a lo largo de la costa desde Vigo a Panjón".
De igual suerte auxiliarían la explotación con sus productos las fábricas de teja y ladrillo de Nígran, "lo mismo que los transportes de pescado, ya seco, ya salado y mucho fresco que se explota en dicho puerto de Panjón, pues es incalculable el consumo constante de barro cocido para las obras de Vigo y sus alrededores, que se transporta del citado Nigrán".
Un ferrocarril de vía estrecha que enlazara no sólo pueblos extremos de la línea, sino muy particularmente los intermedios, necesitaba, para que la explotación produjera los rendimientos indispensables al obtener un módico interés al capital invertido, fijar los puntos de parada en todos los centros de más o menos importancia que recorre el camino.
De este modo, además de las estaciones extremas de Vigo y Baiona se fijaban otras dos en Oya-Toralla y Ramallosa y apartaderos en San Andrés, Corujo, Panjón, Nigrán y Sabarís.
El emplazamiento de las estaciones extremas se situaba en Vigo cerca de la estación actual del ferrocarril de Orense a Vigo si las vías de comunicación, entre esta y la carretera de Baiona se hallan en estado de prestar servicio, pues de lo contrario habrá que establecer provisionalmente un tendejón en un punto de la expresada carretera cerca de Vigo.
En Baiona ya estaba fijada la estación frente al paseo público de aquella villa, cuyo terreno lo cedería gratis el municipio, así como también el Ayuntamiento de Vigo permitiría la colocación de un despacho central en la Puerta de la Falperra.
La estación de Ramallosa era muy necesaria por bifurcar precisamente en dicho punto la carretera de Tui al valle Miñor que es arteria de afluencia a la explotación.
Lo mismo se decía de la estación Oia-Toralla para servicio de la importante parroquia del primer nombre y de las fábricas de cordelería y de salazón situadas en el barrio del segundo nombre.
Por lo que toca a los apartaderos, también era muy necesario su establecimiento, "pues el de San Andrés recogería no sólo el movimiento de esta importante parroquia sino el de las no menos extensas de Coia y Sampaio de Navia, el del pueblo de Bouzas y de las fábricas de salazón y pastas que funcionan cerca de dicha villa".
El apartadero de Coruxo serviría a la inmensa parroquia de su nombre y a toda la comarca hasta el puerto de Lagares. El de Panxón facilitaría los arrastres de los productos que fabrican y recogen en el puerto y al propio tiempo las parroquias de Saians y de Priegue tendrían allí un medio fácil y económico para el movimiento de sus viajeros y productos. Finalmente, el apartadero de Sabarís, obedecía a prestar servicio al pueblo así nombrado, al de Burgo y a las aldeas del interior.
Las tarifas
Difícil ara poder fijar de una manera absoluta el resultado práctico que se obtendría en la explotación del ferrocarril de Vigo a Baiona, pero las tarifas que se establecerían debían ser económicas "como económica debe ser la construcción de todas las obras y adquisición de los materiales fijos y móvil necesarios".
Fijándolas en 5 céntimos de peseta por viajero y kilómetro, en 25 céntimos la tonelada a pequeña velocidad y 50 céntimos la gran velocidad y calculando 50.000 viajeros anuales y unas 5.000 toneladas anuales de mercancías, se calculaba un superávit en torno al millón de pesetas.