Es un recurso esencial, pero su uso tiene un coste distinto en cada ciudad. La ausencia de un sistema tarifario homogéneo provoca que abrir el grifo resulte en Vigo hasta un 50 % más caro que en la media de las siete urbes principales. Los criterios de consumo mínimo, y la disparidad en su aplicación, motivan que un hogar vigués pague por 10 metros cúbicos al mes 19,60 euros (siempre excluyendo la recogida de basura), mientras un ourensano abona por esa misma cantidad 8,91. En cambio, para un consumo de 15 metros cúbicos mensuales, la estructura tarifaria de Pontevedra (23,45 euros) resulta más cara que la de Vigo (21,24), mientras que las otras cinco ciudades quedan por debajo de los 20 euros.
La corrección de estos desequilibrios pasa por establecer una tarifa uniforme, que permita reemplazar ese sistema de cobro por consumo mínimo por otro de tramos. Con la factura por consumos mínimos, el usuario paga una parte fija por un umbral determinado, con independencia de que alcance o no esa cantidad. En Vigo, por ejemplo, todos los hogares pagan por un mínimo de 15 metros cúbicos al mes, aunque no los usen. Esto es lo que explica que un consumo de 10 metros cúbicos resulte en esa ciudad mucho más caro que en el resto. Ese sistema no penaliza el abuso ni tampoco incentiva el ahorro de agua. En cambio, la tarifa por tramos garantiza con mayor precisión que cada hogar pagará de acuerdo con el uso que hace del recurso, y que la factura aumentará en proporción al consumo.
Este es el mismo esquema que la Xunta trasladó al controvertido nuevo canon de saneamiento, dentro de su competencia, y que ahora pretende introducir en la factura del agua, que compete a los ayuntamientos. Con este objetivo, Augas de Galicia trabaja desde hace meses con la Fegamp en un modelo unificado que parta de una revisión de las ordenanzas municipales y permita promover una cultura del ahorro de un bien escaso.
A falta de convencer a los alcaldes, el ente gestor ha dado un nuevo paso para persuadir a los concellos de la necesidad de cobrar por el consumo real, al anunciar que supeditará la asistencia en casos de sequía a los municipios que previamente hayan revisado sus tarifas para suprimir los consumos mínimos y penalizar usos abusivos.
Los datos actualizados de las tarifas que cobran las ciudades por el agua ponen de manifiesto un encarecimiento del servicio en relación al primer semestre del año. Esa subida se debe, por una parte, al impacto del nuevo canon, que sustituye al de saneamiento y que aplica la misma estructura por tramos de consumo que la Xunta quiere que los concellos trasladen a la tarifa del agua. Pero también a la actualización del tipo impositivo del IVA. En Vigo, por ejemplo, un hogar que consuma 10 metros cúbicos al mes paga ahora 19,60 euros, cuando en mayo abonaba 18,60. El mayor incremento se da en Pontevedra, que ha pasado de cobrar 14,81 euros por esos 10 metros cúbicos mensuales a 16,86. Las concesionarias calculan que el cobro por tramos puede reportar un ahorro de agua de hasta el 15 %. Esa caída en el consumo obligará a Augas de Galicia a negociar con las concesionarias una fórmula para que los concellos no vean mermada la recaudación que obtienen ahora por el cobro de los recibos.
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