Cíes, y en concreto los canales norte y sur de la ría, son paso habitual de esta extraña especie. Pero con ser frecuentes los avistamientos del pez luna hay muy pocas imágenes de estos ejemplares. Y es que tan pronto detecta la presencia del hombre "desinfla" su panzudo cuerpo precipitándolo hacia el fondo del mar.
Muchos camarógrafos submarinos pagarían por tener la oportunidad de observar tanto en superficie como bajo el agua el comportamiento de los peces luna que navegan por la ría de Vigo. Quienes lo tuvieron en algún momento en el visor de su cámara apenas lograron grabar unos segundos de secuencia, insuficientes para documentar con toda riqueza de detalles a este tímido habitante de nuestras aguas.
Al contrario que algunos delfínidos, el pez luna, cuyo nombre científico responde a un latinismo nada erudito -Mola, mola- no soporta la presencia humana. No es que este sea un rasgo de carácter exclusivo de su especie, pero el pez luna lo lleva al extremo. Cuando se asoma a superficie mueve las aletas en un gesto que parece propio de un bañista refrescándose durante una sofocante jornada de calor. Puede permanecer flotando en esa pose horas, como si estuviera disfrutando de una larga siesta. Por eso quien lo observa se cree que puede aproximarse a su desproporcionada anatomía sin despertarlo. Pero se equivoca. "Tan pronto cogí el móvil para grabarlo me acerqué un poco a él y desapareció", comenta Óscar Costas, un vigués trabajador del camping de Cíes que topó con uno de estos ejemplares frente a la playa de Rodas.
El Mola mola es un pez pelágico, y uno de los más pesados de los peces óseos en todo el mundo. De hecho puede alcanzar los 1.400 kg de peso y los tres metros de longitud. En Asia su carne está considerada una exquisitez, pero su venta en la Unión Europea está prohibida. Pese a ello no está libre de las redes de los pescadores, donde suele acabar su plácida y escurridiza existencia.
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