El tono negro con el que apareció el agua del río Lagares durante el domingo por la mañana todavía persistía ayer pese a que Aqualia, tras las inspecciones realizadas, localizase el origen del vertido. Al parecer, un "aliviadero de una estación de bombeo" fue el responsable, aunque, según informó la firma en un comunicado, el error ya fue subsanado.
En el escrito, la compañía precisó además que "un fallo de tensión en la alimentación de la estación de bombeo impidió detectar el origen del vertido con anterioridad" pero que, una vez detectado el problema, se procedió a su corrección "de manera inmediata" con la puesta en funcionamiento de la estación de bombeo afectada.
Sin embargo, por precaución, el Concello de Vigo decidió colocar unas vallas a lo largo de 50 metros que impidieron ayer el paso a los pocos bañistas y paseantes que se encontraban en la playa de Samil en ambos lados de la desembocadura.
De esta forma se quiso evitar que la gente entrara en contacto con el agua contaminada. Una bandera amarilla advertía del peligro a los bañistas y dos socorristas, una patrulla de la policía y también una embarcación se encargaron de cortar el paso a los curiosos.
"El Concello quiere manifestar que se están haciendo controles en todas las zonas afectadas por el vertido y que se le van a pedir a la empresa concesionaria todas aquellas acciones que garanticen la salubridad del auga", explicó el concelleiro de Fomento, David Regades, en un comunicado.
Labores de limpieza
Del mismo modo, el Concello de Vigo puso ayer en marcha las labores de limpieza y contención en la zona de la desembocadura del río. Con la llegada de la marea baja, varios operarios saltaron a la arena para recoger con sus propias manos y con la única ayuda de unos cubos de plástico los restos que se habían adherido a la superficie de la playa.
El trabajo, muy laborioso y difícil de realizar, fue combinado también con la utilización de una manguera a presión para intentar levantar el lodo que se encuentra en el fondo y que hace que el agua se tiña de negro. Una cuadrilla se afanó en intentar recolectar la mayor parte posible de manchas y de suciedad antes de la subida de la marea.
Por otro lado, se colocó una barrera de anticontaminación de color naranja instalada bajo el puente, de un lado a otro, para retener la mayor parte del vertido que se fue acumulando poco a poco. Mediante un camión y una manguera se intentó succionar los residuos acumulados mientras se seguía trabajando en los aledaños.
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