En los últimos cuatro meses han desaparecido medio millar de robles de la parroquia de Baíña, en el municipio pontevedrés de Baiona. La comunidad de montes de este lugar, volcada en la protección y cuidado de su espacio, ha sufrido ya dos de estos robos tan insólitos como absurdos para los expertos. El secretario de la entidad, Jorge Fernández Díez, confirmaba ayer un nuevo episodio del capítulo que sorprendió hace ya tres meses, cuando a finales de marzo también se evaporaron de forma extraña unos 200 ejemplares de otra parcela.
Nada sobrenatural en el caso porque es evidente la acción de terceras personas, pero la sorpresa, por no hablar de las pérdidas, que rondan ya los 6.000 euros, ha suscitado la misma curiosidad. Nadie se explica ni la forma ni el fondo, pero resolver la incógnita se ha vuelto una causa también para la Guardia Civil, ante la que ya se han presentado sendas denuncias.
Al ingeniero Carlos Miniño, gerente de la empresa Topforesto y con casi quince años de experiencia en todos los montes de la zona, fue al que se le hizo el encargo también de esta plantación. Una más para su currículo hasta que, por primera vez, supo que había quien robaba robles. «Es algo insólito, no hay explicación; solo es hacer daño y no a una persona, sino a todos los vecinos», afirma. Cinco personas emplearon el viernes pasado ocho horas en plantar 310 robles en la zona de San Cosme. Al día siguiente, cuando Miniño y la directiva fueron al lugar, ya no había ninguno. Su experiencia le dice que los autores deben ser los mismos de abril, pero ignora la finalidad.
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