Cuatro vecinos de la parroquia de Moreira (A Estrada) achacan diversos problemas médicos a un vertido de abono realizado en tres fincas de la localidad destinadas a la plantación de maíz. Tres de ellos fueron atendidos la noche pasada en el servicio de Urgencias del ambulatorio estradense con síntomas de conjuntivitis y faringitis leve. La cuarta es una mujer con alergia al níquel y otros productos químicos que lleva días sufriendo problemas de respiración. Una quinta persona asegura que comió fresas y cerezas de la zona abonada y sufrió una erupción en la boca. Los afectados están convencidos a que su malestar se debe al abonado de varias parcelas de la zona con un fertilizante en el que se utilizan lodos procedentes de las depuradoras.
El arrendatario de las parcelas contrató a la empresa Agroamb doce trailers de unos 25.000 kilos cada uno del abono que la firma fabrica en su planta de tratamiento de residuos orgánicos de Castro de Rei (Lugo). El fertilizante fue trasladado y amontonado en las fincas hace un mes. Según los vecinos, desde entonces el olor en la zona es insoportable. Sin embargo, el conflicto estalló el martes, cuando el agricultor pretendía iniciar el enterrado del abono. Algunos residentes se dirigieron al hombre para pedirle que no lo hiciese, indicándole que las sustancias contaminantes que podría incluir el abono acabarían afectando al manantial que surte de agua a la parroquia. El agricultor accedió, pero inició los trabajos de extendido del fertilizante en las fincas. Según los vecinos, estas tareas provocaron en torno a las 21.45 horas de ayer el levantamiento de una nube gris sobre las fincas y los problemas de picor de garganta y ojos, respiración y náuseas a varios vecinos.
El responsable de la empresa Agroamb, Fernando Paz, explicó ayer que el abono se elabora a partir de lodos procedentes de depuradoras, cáscara de mejillón y subproductos animales no aptos para el consumo humano. «Utilizamos siempre residos valorizables que se puedan incorporar al terreno. Cada partida viene con su analítica correspondiente. Nosotros lo mezclamos y le damos un tratamiento termoalcalino, mezclando los residuos e inertizándolos con cal viva», indica Paz. «Previamente analizamos los terrenos para ver la cantidad de metales pesados que contienen y saber los que admiten en función de la legislación vigente», asegura. «Tenemos todo en regla. El problema de esto es que huele mal, pero me parece muy fuerte que se achaquen a esto problemas médicos», indicó.
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