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GALICIA

29/01/2012 | Sandra Penelas
   

Un caudal ¿por la borda?


Los descartes pesqueros esconden un gran valor como alimentos o para la obtención de componentes de biocombustibles, piensos o productos de cosmética y medicina

El sector de la pesca lanza por la borda cada año toneladas de peces y crustáceos en apariencia desprovistos de todo interés pero que esconden un gran valor para el consumo humano o la elaboración de productos derivados que se utilizan en el desarrollo de biocombustibles, productos médicos y cosméticos. El equipo que lidera Ricardo Pérez Martín lleva años colaborando con empresas transformadoras, la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi) y centros de investigación de todo el mundo para obtener beneficios económicos de estos descartes a la vez que se pone coto a los problemas medioambientales y ecológicos que generan y se alivia la presión sobre especies más explotadas.

"Vigo es el principal puerto pesquero de Europa y uno de los más grandes del mundo. En una única área se concentra un elevado volumen de subproductos y lo único que se hace con ellos es harina de pescado de baja calidad, porque es resultado de una mezcla", describe Pérez.

El inicio de esta línea de investigación fue la planta piloto construida en el Cetmar para demostrar la viabilidad de los procedimientos metodológicos que ya existían para la valorización biotecnológica de subproductos obtenidos a partir de cartílago, pieles, ojos, aletas o vísceras. La iniciativa, enmarcada en el proyecto europeo Be-Fair, contó con la colaboración del Ifremer francés y un centro luso.

Junto con los armadores, este equipo de Investigaciones Marinas ha puesto en marcha diferentes proyectos para aportar valor añadido a las capturas de las flotas del Gran Sol y de bajura. Hace unos meses hicieron pública la viabilidad comercial de las diez mil toneladas de crustáceos que se desechan cada año tras quedar atrapados en las redes de arrastre, en concreto, la falsa nécora, la langostilla y el patexo.

Actualmente continúan estos estudios de viabilidad con el carnavalito y el músico, dos peces pequeños pero muy abundantes, además de presentar unos niveles de ácidos grasos omega 3 "muy interesantes".

El equipo de Pérez Martín se ocupa de estudiar la composición y comportamiento de ambas especies durante los procesos de refrigeración y congelación, mientras que el Instituto del Frío valora la posibilidad de realizar alimentos reestructurados –productos cuyo aspecto final es resultado de la unión de partes desmenuzadas del pez–.

"Algunas especies pueden resultar poco atractivas para el cliente porque tienen poca carne o cuentan con muchas espinas, por eso se buscan sistemas para obtener de forma mecanizada filetes o lomos", explica el investigador vigués.

La elaboración de delicatessen es otra de las sorprendentes salidas para los descartes como ya ha demostrado la empresa Porto Muíños al elaborar fumet y paté, entre otros productos.

"En el norte de Europa se desarrolló una campaña hace dos años para capturar carnavalito y fabricar harina y aceite de pescado", añade Pérez sobre otra posible aplicación.

A finales de 2012, terminarán otro proyecto con Arvi para el aprovechamiento del aceite del hígado de los tiburones de profundidad: "Tenemos un plan piloto a bordo de un palangrero para extraerlo y añadirlo después al gasóil con el objetivo de ahorrar combustible. La idea futura sería traerlo a tierra".

Además del aceite, los descartes y subproductos son muy interesantes para la obtención de hidrolizados enzimáticos. Estos compuestos tienen propiedades antioxidativas o anticolesterol, entre otras, y resultan muy interesantes para la elaboración de alimentos con complementos.

Entre los planes del grupo figura la incorporación de estas sustancias a piensos especiales para acuicultura cque tendrían una mejor tolerancia por parte de larvas y alevines. "En España hay muy pocos fabricantes y ninguno utiliza hidrolizados", apunta Pérez.

De los crustáceos se obtiene quitosano, un compuesto biodegradable con capacidad antimicrobiana que se podría utilizar para recubrir alimentos y alargar su vida, mientras que de las pieles y las espinas de las especies que llegan a diario al puerto vigués se logra colágeno.

La actividad del equipo se completa con una segunda línea para la trazabilidad genética de especies, de la que han nacido métodos "implementados en todo el mundo" y la spin-off Xenotechs.




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